15/02/2016
Los martes de febrero y marzo estoy participando como ponente en el curso La práctica psicomotriz (II): relación y conflicto, organizado por el CAP-Centro de Atención al Profesorado de Tafalla, del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra.
El curso es la segunda parte del que ya tuvo lugar en Tafalla el año pasado, ambos destinados al profesorado de Educación Infantil de primer y segundo ciclo. Lo imparte la maestra, pedagoga sistémica y psicomotricista Usoa García Magriña, y yo me encargo de proporcionar la parte corporal y vivencial del curso: a través del movimiento, la música y la Danza Integral trabajamos cuerpo y emoción, la relación con uno/a mismo/a y con los/as demás.
En el primer curso, se sentaron las bases de la práctica psicomotriz: condiciones y materiales de la sala, actitud del educador/a, etapas y desarrollo de los niños/as de 0-6 años. Este segundo curso va un poco más allá y está enfocado a reflexionar sobre las relaciones y los conflictos que inevitablemente surgen en el aula, la función de los límites, y el papel de los/as educadores/as. Y es en este último punto donde entra mi trabajo:
Una persona adulta que sepa acompañar es el mejor recurso de la sala de psicomotricidad: el adulto debe ser garantía de seguridad y de bienestar físico y emocional para el niño. Para ello, es necesario que la educadora sepa cuidar de sí misma en el aspecto más amplio, y que desarrolle la consciencia de qué siente y qué le mueve del trabajo con los niños, los conflictos, el establecimiento de límites, el acompañamiento, etc.
Para desarrollar el autocuidado y la consciencia de uno/a mismo/a en relación con el otro, en cada sesión dedicamos una hora al trabajo corporal y vivencial: usamos el movimiento, la respiración, la música, la escucha corporal, las miradas, el contacto,… Trabajamos individualmente, en parejas y en grupo, y a través de las distintas dinámicas, acompañamos y somos acompañados, compartimos, proponemos o tomamos propuestas, observamos,… el objetivo es estar presente en el cuerpo y en la acción, y sin enjuiciarme, poder darme cuenta, y enriquecerme de esta exploración. Ampliar el registro, en palabras de mi compañera Usoa.
La música, el juego y la Danza Integral hacen de la propuesta un espacio de disfrute para experimentar en libertad, y este es también el ambiente que ofrece la psicomotricidad relacional: un espacio para el placer de jugar en libertad, y para el placer de aprender de mí mismo/a y de saberme manejar en el mundo que me rodea.
Estoy disfrutando mucho del curso, para mí es una nueva oportunidad para aportar mi trabajo y seguir aprendiendo. Y me alegra mucho que se hayan apuntado tantas personas: educadoras que están acompañando a diario a nuestros/as niños/as (¡nuestro futuro!) en la etapa infantil, un tramo determinante en el desarrollo de las personas.